El arte sonoro y la evolución espiritual
Todo se transforma, Todo cambia y evoluciona eternamente... el sonido es fruto de un Todo.
(Por: Delfín Martell) Al estudiar el
comportamiento del hombre y su normal desempeño en la vida diaria, es natural
deducir, que todo en el infinito es vibración.
Ésta
vibración es la voz de Dios esparcida en forma de ondas al infinito espacio. Es
el YO vibrante que en su inmenso poder muestra que todo es, fue y será
eternamente evolución. Una reflexión aparentemente contradictoria, pero guarda
relación, entre la física, la anatomía y las ciencias herméticas integradas al
arte sonoro.
En otro orden, pero
relacionados, la sustancia y materia desarrollan desde la antigüedad un arcano
indivisible. No hay materia sin espíritu, ni espíritu sin materia, ambas se
explican y danzan juntas generando vibración creativa, porque evolución, es el
Todo: es dinamismo, esencia y sonido.
Es
un torbellino cosmogónico en ruta franca hacia
niveles más sublimes de la sustancia individuada respondiendo al YO
superior. Estableciendo que todo es, fue
y será, eternamente movimiento.
El
movimiento es ritmo, pero también dinamismo, esencia y sonido. La física y el
sonido establecen una relación con el término ondas.
Sistemas ondulantes -curvadas
regularmente- que guardan relación con
los tonos musicales puros y las señales eléctricas las cuales producen
ondas sinusoidales. Ejemplo: cuando dos tonos diferentes se
tocan al mismo tiempo, sus ondas sonoras interactúan - agudos y graves- con la presión del aire se refuerzan
para producir una onda sonora diferente. Esto crea una relación con el universo-
tiempo estableciendo conexión con el mundo sonoro horizontal y vertical llamado
armonía. “Nada se crea, nada muere, nada se destruye, Todo se
transforma, Todo cambia y evoluciona eternamente... el sonido es fruto de un Todo.
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